Mes de la herencia hispana 2022: Mariel y David Méndez

“Es la realidad de ser una hija de inmigrantes de primera generación que intenta vivir el sueño americano, pero que también quiere ser una buena madre para una recién nacida después de esta experiencia. Hay mucha complejidad.”

 


Mariel Méndez trae su experiencia trabajando con comunidades urbanas tanto como rurales en la intersección de la salud mental, la justicia social y los derechos de inmigrantes a su rol como responsable asociada de programas en la fundación Perigee. Tiene experiencia en salud pública mundial y trabaja hacia la creación de políticas más fuertes y equitativas y sistemas que apoyan a padres y sus bebés. Le entusiasman oportunidades de empoderar a familias inmigrantes que experimentan barreras culturales, lingüísticas y socioeconómicas, y quienes también encarnan tremenda fortaleza y habilidad. Sus dos hijas, Milea Katali y Kamila Ixchel, son su mayor alegría. Es originalmente de, y ahora vive en, el estado de Washington, pero vivió en Boston por más de dos años.

David es el padre orgulloso de Milea y Kamila. Fue un maestro en Passaic, New Jersey, donde enseñó educación bilingüe en el quinto grado para Teach for America. Ahora David forma parte de Teach for America Washington como director ejecutivo para la iniciativa de reimaginar el aprendizaje y el liderazgo. Le apasiona y se dedica a asegurar que todos los estudiantes y familias tengan oportunidades equitativas para una educación excelente y movilidad ascendente.


Este blog se ha hecho posible gracias al patrocinio de Sage Therapeautics. La fundación Mass PPD ha sido la curadora de todo el contenido en esta página, sin contribución de Sage Therapeautics, Inc.

Septiembre 2022 | Entrevista y edición por Jessie Colbert, directora ejecutiva, Mass PPD Fund | Traducida por Daniella Wittern Bush


Mariel y David Méndez pidieron que su historia fuera presentada en septiembre para el mes de la herencia hispana. Además, querían compartirla juntos ya que la depresión y la ansiedad perinatal impactan a la familia entera de tantas maneras. Su experiencia indica muchas vías por las cuales podemos mejorar el sistema—desde atención obstétrica centrada en la persona, a atención a la salud mental que sería culturalmente congruente y multilingüe, a apoyo a las parejas y más. Como todos nuestros artículos en la serie Amplificando, su historia es una llamada a la acción. Es un honor para nosotros que la compartan aquí.


Mamás y Papás: Si se sienten tristes, ansiosos, o si necesitan ayuda o apoyo, comuníquense con la organización de Apoyo Internacional de Posparto, o llamen a la línea Nacional de Salud Mental Materna


¿Tenían expectativas acerca de cómo sería la experiencia de traer un bebé recién nacido a casa? ¿Cuáles eran sus esperanzas y temores?

David Méndez: Nuestra primera nena fue una sorpresa. Realmente no lo estábamos planeando ni esperándolo. Y [fue difícil] estar en espacios diferentes en nuestras carreras profesionales, y también estar tan lejos de familia. Quiero decir, toda nuestra familia vive en la costa oeste. Estábamos bastante solos en Boston. Pienso que esperaba que criar a un hijo sería difícil y desafiante, pero a la vez, me emocionaba. Lo desconocido era algo emocionante, porque no sabíamos cómo se vería la bebé, ni cómo sería al nacer y cosas así.

Mariel Méndez:  Apenas dos meses antes había comenzado un programa de pos-grado para la escuela de medicina. Sentí que, ¡Oh no, de ningún modo podemos tener un bebé ahora mismo! Y me encontré bastante enferma y agotada. Soy una persona muy energética, y el no tener energía era muy, muy duro para mí. Pienso que pasé la mayoría de mi embarazo asustada. También fue la primera vez que me surgieron muchas cosas de mi niñez. Me crió una madre inmigrante soltera que tenía que trabajar mucho. Y simplemente tenía todos estos temores, como, ¿voy a ser una buena madre?

David: Sí, fue más difícil mostrar mi emoción porque sabía cómo ella se sentía. Sabe, quería que estuviera sana y que no sintiera esa ansiedad. Pienso [que la ansiedad] sí afectaba a las experiencias posparto.

Frecuentemente, cuando nace un bebé, los padres tienen una abundancia de apoyo para el bebé, pero no tanto para sí mismos. Mariel, como la persona que dio a luz, ¿le parecía que había gente que se ocupaba de usted? De ser así, ¿quién(es)?

Mariel: Lo único en que realmente pensé era, Bien, cuando venga ese bebé, ¿por cuánto tiempo se quedará con nosotros mi madre o mi suegra? Mi suegra vino una semana antes de la fecha anticipada de mi parto, pero el máximo que podía quedarse con nosotros fue dos semanas. Y luego mi madre se quedó un par de días—tiene un trabajo donde realmente no puede tomarse mucho tiempo libre. Pero una vez que mi madre se fue, nos quedamos solos. Ni siquiera se me ocurrió pensar en el apoyo que podría necesitar para recuperarme ni nada así. Simplemente me pregunté, como que, una vez que se vayan, ¿quién va a estar aquí para decirme qué hacer?

Mariel, cuénteme de su experiencia con retos de salud mental acerca de su bebé recién nacida. ¿Cuándo se dio cuenta de que algo no “estaba bien”?

Mariel: Estaba embarazada de más o menos seis meses cuando tuve un ataque de ansiedad muy severo. Me estaba preparando para tomar un examen y simplemente me congelé. No pude respirar. Era como si me cuerpo se cementara. Comencé el examen y tuve que levantarme para entregarlo y decir, No puedo hacer esto. Fui al baño y vomité. Y luego le llamé a David y le dije, No sé qué me está pasando. Nunca en mi vida he pasado por nada así. He vivido con la enfermedad de Hashimoto, que es una enfermedad de la tiroides, por la mayor parte de mi vida. Atribuí [el ataque de ansiedad] a la Hashimoto. Y mi obstetra me dijo, Sí, eso probablemente es lo que era, no se preocupe por ello. Aun así, sentí esta sensación de pesadumbre y ansiedad por el resto de mi embarazo.

Cuando llegó el parto, había pedido una epidural (raque). La epidural entró mal, me perforaron demasiado—por todo esto estuve sola—les había pedido que no siguieran, pero la intentaron de nuevo. Simplemente no era lo que esperaba ni lo que deseaba para mi parto. Me quedé con un dolor de cabeza terrible debido a la punción lumbar que me duró una semana. De hecho, no me acuerdo de la primera semana de vida de mi hija, lo cual todavía me resulta muy desgarrador. Me acuerdo de simplemente sentir, como, ¿Por qué no me siento apegada a mi hija desde el principio? Me resultó muy difícil amamantarla, también. Sentía como que, O Dios, estoy fracasando tan rápidamente, tan rápido.

Y después mi madre y mi suegra se fueron, y David volvió al trabajo. Tuve 12 semanas de licencia por parte de mi trabajo para estar con mi bebe, y David iba a tomar licencia de paternidad después. Total, una vez que mi madre se fue, me quedé sola con la bebé. Y me acuerdo de estar tan triste y tan confundida en cuanto al por qué no me sentía conectada a mi bebe. Sentía que David hacía lo de ser padre de modo tan natural y yo no. Los sentimientos se me hacían cada vez más grandes. Y a veces hablaba de ellos, y a veces no. A David lo alejaba de mí. Lo único que quería hacer era trabajar, dormir y desvincularme de todo.

Curiosamente, vi un médico por la psoriasis a unos seis o siete meses después del parto. El médico me dijo, Parece que usted podría estar pasando por algunas cosas emocionales, y quizás debería encontrar ayuda. Me refirieron a una agencia. Y me llevó dos semanas para finalmente hacer la llamada, y pregunté, ¿Tienen alguien hispano? Y me dijeron, No, pero vamos a conectarle con alguien. Se suponía que iba a tener una llamada introductoria con esa persona, y me conecté para la llamada, pero nunca apareció nadie al otro lado. Sentí como que quizás esta es una señal de que debería hacer esto yo sola, por mi propia cuenta. Simplemente parecía que buscar ayuda requería demasiado energía de mi parte.

David, ¿cómo era pasar por todo esto para usted? ¿Cómo entendía lo que estaba pasando?

David: Pienso que subestimé toda la situación hasta que yo mismo experimenté un mini-ataque de ansiedad, justo antes de que naciera nuestra segunda hija. Simplemente pensé que ella estaba extremadamente estresada. Parecía que había mucha presión sobre mí, y siempre me la pasaba pensando ¿Por qué se siente así?

No fue hasta que comencé a realmente entender el posparto que me di cuenta de que, Dios mío, mi esposa está pasando por este momento súper-estresante. Y luego empecé a sentir algunos de los síntomas de la depresión. Es difícil porque en nuestra cultura (mexicana-estadounidense), nadie habla realmente del posparto ni de la salud mental. Es un tabú, especialmente para los hombres—siempre tenemos que ser fuertes para nuestras parejas. Entonces internalizaba muchas de estas cosas. Y aunque ella me veía creciendo bien en lo de ser padre, era nuevo para mí y no sabía qué hacer. Y encima tenía una pareja que estaba algo fuera de onda. Me parecía como si lo estuviera haciendo todo solo.

Mariel, ¿qué fue lo que eventualmente le ayudó a empezar a mejorarse?

Mariel: Pues quiero comenzar por reconocer lo que no funcionó. Ambos venimos de orígenes mexicanos, de familias muy católicas. Y cuando compartía lo que me estaba pasando, pienso que la reacción era una mezcla de, la gente no sabe qué es esto, entonces simplemente hay que seguir adelante. Simplemente tienes que orar. Y eso me dejaba aún más molesta, porque sentía como, ¡No puedo controlar lo que me está pasando aquí! Puedo orar pero necesito más ayuda.

Sentía que el sistema médico no me estaba ayudando. La estructura de mi familia no me está ayudando. La estructura religiosa, bajo la cual he vivido toda mi vida, no me está ayudando. No hay ningún sistema que me ayude, que nos ayude. Y luego me sentí culpable porque sentía que estaba perpetuando esta historia de padre soltero de la cual vine, porque ahora David tenía que ser el padre soltero ya que yo no estaba involucrada. Era este tipo de realidad realmente devastadora.

A casi un año de posparto, nos mudamos a Seattle. Tuve, de hecho, una sesión breve con nuestra fundadora [la Dra. Lisa Mennet, la fundadora de la fundación Perigee, y una psicóloga y líder en el campo de la salud mental infantil y de la primera infancia]. En una conversación de como 30 minutos me ayudó a ver muchos de los traumas que llevaba conmigo de mi niñez, en los cuales simplemente nunca jamás había pensado. A través de mi trabajo me refirieron a una organización donde se puede encontrar profesionales de la salud mental que se enfocan en el posparto. La terapeuta con quien trabajé era cubana-americana. Expresé una gran parte de mi experiencia en mi lengua materna, el español. Así que tener alguien con quien podía habar en español e inglés y revisar mis experiencias con el idioma que más me resonaba me fue increíblemente útil. Ella también me ayudó a conformarme con tomar medicamento hasta llegar a un lugar donde ya podía hacer frente por mi propia cuenta.

Pasé mucho tiempo trabajando para llegar a un lugar mentalmente y físicamente seguro, pero también reconociendo algunos de los traumas que habían sido realmente desencadenados por esta nueva etapa de vida. Y luego vino algo como una etapa de procesamiento, y después fue la etapa de enfrentar al mundo. De modo que siempre pienso que no soy una sobreviviente de la depresión/ansiedad posparto, porque siento que estoy aprendiendo constantemente cómo enfrentarme a la vida con depresión/ansiedad. Todavía hay muchas cosas que me desencadenan o que me ponen muy triste. Pero ahora mi situación es mucho mejor, porque me han enseñado a saber cuándo no estoy bien, y cómo llegar a la zona segura—cómo hacer frente a una situación y cómo pedir ayuda.

En mi familia y en nuestra cultura, si se habla de drogas psiquiátricas, uno está loco, ¿verdad? Hay mucho estigma. Y encima la presión añadida de que, ahora como madre, su marido y sus hijos son las prioridades. Y yo había fracasado en eso. Todavía quería crecer profesionalmente, pero eso era menospreciado. Es la realidad de ser una hija de inmigrantes de primera generación que intenta vivir el sueño americano, pero que también quiere ser una buena madre para una recién nacida después de esta experiencia. Hay mucha complejidad.

David: Pienso que, en nuestra sociedad, en nuestra cultura, hay muchos roles de género. Y Mariel tuvo que romper las normas culturales de ser mujer. Y simultáneamente yo también, ¿verdad? Intentar romper normas de la masculinidad. Creo que eso nos añadió aún más presión delante de la decisión de buscar ayuda, honestamente.

¿Encontraron alguna curación con el nacimiento de su segunda hija? ¿Qué mejoró?

Mariel: Pienso que es una combinación de cosas. Fui muy intencional al buscar una obstetra que podía por lo menos reconocer la experiencia que tuve la primera vez, y mi temor al entrar mi segundo embarazo. Pude encontrar un obstetra maravilloso quien era realmente solícito a lo largo de mi embarazo—listo para responder, siempre en comunicación conmigo, pendiente de mí.

Y luego pienso que nuestra familia—quiero decir, principalmente la madre de David y mi madre—había visto lo que habíamos pasado. Y a través de diferentes conversaciones pienso que ambas se dieron cuenta, eso es algo que nosotras también experimentamos, pero no sabíamos cómo se llamaba. La madre de David dijo como, Pienso que tu padre se sentía cómo te sientes ahora y simplemente nunca jamás hablamos de ello. Así que pienso que la segunda vez podíamos expresar nuestras preocupaciones de modo más libre, basado en lo que habíamos experimentado. Y estuvimos físicamente más cerca de familia. Y, por tanto, en ese sentido nos sentimos mucho más apoyados.

David: Pienso que todavía es un trabajo en proceso de elaboración, para serle honesto. No creo que nunca haya tenido la conversación con mi padre acerca del posparto. Sin decir nada, probablemente es que nosotros reconocemos que él también pasó por ello. Pero eso le demuestra cuán profundo va el machismo acerca de no expresarse, ¿verdad? Pienso que ha sido un poco más abierto, pero todavía falta mucho por hacer.

Mariel: La segunda vez, di a luz a una bebé bajo COVID. Entonces hay eso. Pero diría yo, como, en nuestra cultura, en mi familia, nos enorgullecemos de cuidar a la madre. La llamamos cuarentena, los cuarenta días después de dar luz a un bebé. Como que vienen y le dan de comer, le cuidan a su bebé, se aseguran de que la madre duerma. Y al tener eso la segunda vez, sentía que podía conectarme con mi madre y mi abuela y ese linaje de maternidad. Y aprender que, aunque es posible que la gente no sabe expresar su cuidado/preocupación por su salud mental, saben cómo cuidarle de estas otras maneras en esta nueva etapa de vida. Sentí definitivamente otro tipo de conexión y apoyo, y lo aprecio profundamente. Me encanta ese reconocimiento a través de cuidados.

Seguimos practicando cómo hablar de todo esto. Y la realidad es que hay un nivel de trauma que es difícil procesar. Por tanto, a veces uno lo ignora a propósito porque parece demasiado grande. Sé que mi madre tuvo que vivir muchas cosas muy terribles como una inmigrante sin documentación en este país. Sus palabras de sabiduría son como, Simplemente hay que levantarse. Solo hay que seguir adelante, no se puede dar marcha atrás. Y yo me pongo a pensar en que mi madre tuvo que vivir así, pero yo no. Yo puedo pedir ayuda. Ella no podía buscar ayuda por su temor de deportación, pero ésa no es mi realidad. Hay que tener todas esas verdades presentes.

¿Hay modos en los cuales podemos mejorar el sistema para que otros padres no tengan que luchar como hicieron ustedes?

Mariel: Lo vi modelado por mi obstetra la segunda vez—ella estaba constantemente chequeando, ¿Cómo está? Integrar [lo mental y lo físico]. Fue tan agradable. Saber que es todo parte de esta transición, esta experiencia de embarazo y maternidad.

Y recuerdo que nos dieron algo acerca del posparto, quizás en una clase del parto. Pero fue casi, como, mecánico. Si fuéramos a hablar de eso como algo muy real, e [informar a la gente que] se puede pasar por eso en cualquier punto. E invitar a la familia, para entender cómo podría ser, cómo podría sentirse la madre y la familia. Eso ayudaría tanto, para que la gente no se sintiera como, Hice algo malo y ahora me siento de ese modo.

David: Una cosa que me hubiera gustado tener habría sido, como, un grupo de parejas que estuviesen pasando por algo similar. Padres como yo que estuviesen viendo a sus esposas pasar por algo así ¿verdad? Porque es realmente difícil pasar por eso. En ningún momento hubo alguien que me dijera, Oye, sabes que hay este recurso donde puedes ir y hablar con gente sobre cómo se puede apoyar a su pareja. Pienso que ésa era una gran frustración para mí, el sentir tan inútil. Entonces si hay más intencionalidad acerca de, como, Vamos a hablar de qué es el posparto, pero también hablar de cómo Ud. como pareja puede apoyarle a alguien que está pasando por ello.

Mariel: Dado el estado tan quebrantado de nuestros sistemas, nos enfocamos en la madre. ¿Cómo podemos centrarles a la madre y al bebé, pero a la vez reconocer que las parejas y las familias probablemente están pasando por eso también? Porque hay un efecto dómino, ¿verdad? Es importante tomar en cuenta la experiencia de las parejas o de las familias.

 
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